
De los hallados hasta ahora, uno de los mejor conservados es el yacimiento de Perdigoes, en la población portuguesa de Renguengos de Monsaraz, donde trabaja un equipo de científicos liderados por el portugués Antonio Carlos Valera, a quienes se les han unido investigadores de la Universidad de Málaga (UMA).
El director del equipo español allí destinado, el profesor José Enrique Márquez, afirma que estos fosos “pueden sobrepasar la decena de hectáreas y alcanzar varios metros de profundidad”. Sin embargo, el hecho de que se desmontaran y se rellenaran cada vez que dejaban de usarse ha dificultado su visibilidad. Razón por la que los arqueólogos tienen “grandes problemas para localizarlos”, según Márquez.
Se sabe que en la Península Ibérica han sido encontrados, por ahora, cerca de 50 sólo en la Meseta, según un informe publicado en 2003 por Pedro Díaz del Río, del CSIC, quien añade hallazgos de este tipo en las Islas Británicas, Francia y la Europa del Este. En total, se contabilizan hasta 3.500 en toda Europa.
Dar con ellos no es tarea fácil. Márquez explica que al ser tan grandes “es muy frecuente que sobre el terreno se hayan construido encima pueblos, polígonos o gasolineras”. En el caso del yacimiento portugués, no hay ninguna construcción en la zona que dificulte los trabajos de excavación.
Misterios bajo tierra
Ha sido gracias a la fotografía aérea y a los sondeos geofísicos —un sistema que permite detectar construcciones enterradas mediante el uso de ondas eléctricas- como se ha dado con ellos, hasta ese momento imperceptibles para el ojo humano.
Según cuenta el profesor Márquez, este tipo de recintos pueden llegar a albergar “toneladas de restos arqueológicos como cerámicas, objetos pulidos, bóvidos, perros, cerdos e, incluso, esqueletos humanos”. El debate sobre su utilidad sigue abierto entre los conocedores de este tipo de construcciones. Márquez afirma que se manejan dos teorías: “O bien se consideran sistemas defensivos o bien un gran espacio público donde se celebraban actos que congregaban a grupos venidos de lejos”. Esta segunda hipótesis la defiende su equipo de investigación, que lleva trabajando en la zona desde el verano de 2008. Así, explica el profesor, “estos grupos participaban en la construcción del recinto, lo ocupaban por un tiempo y lo abandonaban poco después, no antes de rellenar los fosos que estaban abiertos”. El resultado no es otro que “el solapamiento en el mismo lugar de varios recintos de fosos unos sobre otros”, matiza.
Los trabajos de excavación en los que se encuentra inmerso el equipo de la UMA continuarán durante al menos dos años más. Por ahora, Márquez se atreve a datar el yacimiento, aunque con reservas, en 5.000 años de antigüedad. Mientras los recintos de fosos hallados en Europa datan del VI al III milenio a.C, en el caso de este yacimiento portugués "se abrieron y cerraron fosos desde mediados/finales del IV milenio a.C hasta mediados del III milenio”, afirma.
En febrero del año que viene está previsto que el equipo de investigación desplegado en la zona presente sus primeras conclusiones en Lisboa y en Málaga. Será el momento de conocer si ha sido desvelado alguno de los enigmas de estas misteriosas construcciones prehistóricas.
Elena Viñas | elimparcial.es
1 Comentarios
En un libro que acabo de leer se plantea una tesis muy interesante sobre la conexión oriente y occidente desde mucho antes del advenimiento fenicio. Se llama SUMERIOS EN ANDALUCIA. Incluso el autor ha colgado su dirección mail para intercambiar ideas sobre el tema. Es muy sugerente... de hecho al final tambien se hace eco de los fosos y lo relaciona con mitos como la Atlántida.
ResponderEliminarMuy bueno el articulo.
George