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Galaxias. NASA |
Las teorĂas hay que contrastarlas con observaciones y experimentos, y eso es lo que han hecho unos astrĂłnomos de Alemania. Han utilizado las imĂĄgenes del telescopio Hubble y una original prueba de observaciĂłn casi detectivesca con astrĂłnomos de ocho instituciones para discernir si hay choque galĂĄctico o no en los casos de nĂșcleos activos. La respuesta es que no y, con ella, Mauricio Cisternas y sus colegas abren de nuevo el turno de los misterios y las hipĂłtesis para explicar la actividad desenfrenada de los nĂșcleos activos. Pueden ser choques de nubes moleculares los que desestabilizan las galaxias con nĂșcleo activo, o perturbaciones de otras galaxias que pasan casi rozando.....
Lo primero en una investigaciĂłn asĂ es definir el territorio del experimento. Cisternas (Instituto Max Planck de AstronomĂa, en Alemania) y sus colaboradores han elegido la poblaciĂłn de galaxias del catĂĄlogo Cosmos, que abarca una zona del cielo de unas diez veces el tamaño aparente de la Luna, en la constelaciĂłn del Sextante. El Hubble y otros telescopios de diferentes longitudes de onda han captado objetos de ese fragmento celeste, incluidos varios cientos de miles de galaxias lejanas de todo tipo. Entre ellas los astrĂłnomos han seleccionado 140 con nĂșcleo activo, es decir con un voraz agujero negro en su centro, y lo han podido hacer gracias a otro telescopio espacial, el XMM-Newton, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), que ve el universo en rayos X.. La idea bĂĄsica de este proceso de identificaciĂłn es muy simple: se mira el cielo en rayos X para distinguir las potentes fuentes de esta radiaciĂłn que son los nĂșcleos galĂĄcticos activos y luego se va al catĂĄlogo del Hubble para ver los mismos objetos en luz visible y con mucho detalle.
AdemĂĄs de las 140 galaxias con nĂșcleo activo, Ciesternas y sus colegas han seleccionado otras nueve normales por cada una de ellas, y todas a una distancia similar (para que estĂ©n en la misma fase evolutiva y sean comparables). En total han estudiado 1.400 galaxias y ha habido que analizarlas con detalle para identificar en cada una posibles rastros de colisiĂłn y fusiĂłn. Pero esta es una labor que no pueden hacer todavĂa los ordenadores con fiabilidad, porque se trata de diferenciar rasgos de distorsiĂłn de galaxias, incluso retorcidas , en comparaciĂłn con las formas regulares de las que han tenido una evoluciĂłn mĂĄs tranquila.
Para saber si una galaxia estĂĄ distorsionada o no, lo mejor es el ojo de un experto bien entrenado, y los astrĂłnomos del Max Planck han pedido ayuda a colegas suyos de ocho instituciones diferentes para revisando foto por foto y determinar en cada galaxias si ha sufrido o no una colisiĂłn y la consiguiente distorsiĂłn. Para no condicionar las respuestas, Cisternas y su grupo han eliminado de las imĂĄgenes los nĂșcleos, de manera que los activos no dan pistas.
El resultado de este trabajo colectivo es claro: ninguno de los expertos ha encontrado correlaciones significativas entre galaxias con nĂșcleos activos, es decir, agujeros negros especialmente voraces en su centro, y secuelas de choques o fusiones, segĂșn explica la ESA en un comunicado. AsĂ que la colisiĂłn no debe ser el mecanismo determinante que dispara el apetito del agujero negro central. En el artĂculo cientĂfico, que Cisternas y sus colaboradores publican en la revista Astrophysical Journal el prĂłximo lunes, especifican que al menos el 75% de los nĂșcleos galĂĄcticos activos -y a posiblemente todos-, en los Ășltimos ocho millones de años, precisan otra explicaciĂłn. Tal vez se trate de inestabilidades de estructuras de la galaxia, como las barras de algunas de las que tienen forma espiral, o colisiones de gigantescas nubes moleculares de la misma galaxia, o incluso el efecto gravitatorio provocado por otra que ha pasado cerca, aunque no haya habido colisiĂłn.
Los cientĂficos advierten que no pueden descartar completamente el choque galĂĄctico como motor de la voracidad de esos agujeros negros en todos los casos, porque a lo mejor esas colisiones y fusiones sĂ tienen que ver en galaxias mĂĄs jĂłvenes, es decir, mĂĄs distantes de la Tierra. Quieren estudiarlo y para ello cuentan no sĂłlo con las observaciones de los telescopios ahora en funcionamiento, sino tambiĂ©n con la informaciĂłn que lograrĂĄ el futuro sustituto del Hubble, el James Web, que estarĂĄ especializado en ver objetos celestes muy lejanos con sus cĂĄmaras y detectores infrarrojos.
A.R. | ELPAIS.com
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